Con un tráiler que despertaba mi curiosidad, era imposible pasar este título por alto, así que lo coloqué en mi lista de pendientes hasta tener el tiempo para verlo y sorpresivamente —gracias a la brevedad de sus capítulos tanto en número como duración— lo terminé en un día, mas no en una sentada porque no suelo tener tanta resistencia.
Ni bien empieza el
capítulo uno, tenemos ya doce alumnas que comparten clases, reunidas en una
mesa dentro de una estancia con una ambientación que en una mejor ocasión pudo
ser considerada elegante. Esa escena no llamaría mucho la atención de no ser
porque ninguna recuerda cómo llegó y están con los pies apresados en una
portezuela que da al piso mientras queda un asiento vacío. Ellas desconocen la
razón de su secuestro y conforme avanza los minutos, notan que comparten el
factor común de haberle hecho bullying a una estudiante desaparecida, y en
algún momento amiga, Miho.
Cada una de ellas
tiene una personalidad distinta y con el avanzar de las horas se descubre las
culpas de cada una, no solo para con Miho, sino también en otros aspectos, esta
vez relacionados a “Perfecta” que era el grupo que tenían en donde Miho era la
cabeza. Y conforme las mentiras son desvanecidas, sin importar si llegan a ser aceptadas,
los personajes van desapareciendo cuando los apagones se hacen notar.
Las primeras
reacciones de los personajes al encontrarse en ese lío me resultan irreales y caricaturizadas en
los primeros capítulos, también ciertas acciones o carencia de ellas, pero
conforme avanza la historia a pasos letárgicos, es un poco interesante
descubrir los secretos de cada una, aunque hubiera apreciado que no pusieran
tanta expectativa en ciertos personajes cuando al final no escondían nada tan
grave a la altura de la impresión que causaban.
Ya a la segunda
mitad de la serie y con una aparición inesperada empiezas a dudar de tu
sospecha inicial, mas sigues sin sentir que algo posee sentido ahí. Y aún agradeciendo el que se me destruya mis sospechas iniciales —causando que la
descolocación me despierte— siento que
el final de la serie echa cualquier esfuerzo por la borda.
La causante de ese espectáculo fue la
que menos sospecha causaba y su razón se podría considerar una revelación, pero
el cómo la manejaron y quisieron agregar una innecesaria incertidumbre, hizo que se viniera
abajo lo poco que lograron construir. Puedo entender que no se revele en donde
estaban, como desaparecían las chicas, teniendo en cuenta que no existía nada
sobrenatural, y el cómo llegaron ahí porque soy capaz de comprender que todas
las dudas no necesitan ser resueltas en una historia —aunque tal vez pudieron esforzarse en
dejar más información sobre las dos últimas dudas, ya que resulta poco creíble
que una colegiala logre tanto—, pero todo lo acontecido con el correo que le
llegó a Kumi no tiene pies ni cabeza.
Tal vez quisieron
dejar un mensaje de esperanza en un momento tardío, mas lo único que lograron
fue mostrar a la remitente como un personaje egoísta. Su supuesta acción no
concuerda con su actuar anterior y el final te deja el mensaje de que la victimaria llegó a ese extremo para que cada una tome su
responsabilidad, solo porque ella fue incapaz de aceptar la suya.
En conclusión,
considero que se pudo haber hecho más con la trama. La premisa y elementos eran
muy buenos y los últimos capítulos, específicamente desde que el personaje
silencioso reveló que sí podía hablar, captaron mejor mi atención; sin embargo,
carecieron de la habilidad de encerrar bien la historia y tomar lo que tenían
para intensificarla.