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18 de marzo de 2018

The Bachman Books I - Rabia: La indiferencia disfrazada de protocolo


Rabia
por Stephen King.

Tardíamente retomé la lectura este año y quise empezar esta etapa con uno de los muchos libros que tengo pendientes en mi archivo de pdf, en vez de los que tengo en físico. Debido a que el último que leí formaba parte de la colección de “The Bachman Books”, opté por proseguir esa saga desde el inicio, aunque el orden no altere las cuatro historias inconexas.

Así llegué a Rabia, un libro cuya premisa es: Charles es un adolescente que tras una charla con su director de escuela sobre un incidente anterior con su profesor, donde fue él quien lo agredió, decide por impulso tomar su salón de clases y disparar a su profesora. Siendo la historia transcurrida durante ese suceso, pero contada como un recuerdo.

Cuando se piensa en una historia ambientada en un tiroteo, las escenas que vienen a uno son de disparos, amenazas, violencia y temor, así que toma por sorpresa el encontrarme —luego de unos disparos y muertes iniciales que suceden de manera fugaz— con unos rehenes que no toman el papel de rehenes y un agresor que desconoce su propio actuar, pero tiene en claro que no va a herir a sus compañeros.

Y mientras él está pasando ese enclaustramiento, intercambiando palabras combinadas con relatos de su vida, uno no entiende si se trata de mostrar que Charles sigue siendo un adolescente desorientado o que todos en esa aula conforme crecen se van deshumanizando, al olvidarse de la existencia de un cadáver en la estancia, haciéndome preguntar si realmente Charles es el único que está mal de la cabeza o los demás también lo están.

Pero tenemos a un personaje, Ted, que reacciona y actúa como se espera que lo haga alguien encerrado en contra de su voluntad, alguien consciente de que hay una persona poco confiable con un arma cargada que fue capaz de usarla sin inmutarse. Alguien que es orillado y expuesto a mostrar aquello que prefería ocultar, haciendo ver que su persona no era tan intachable, negándose a formar parte de la mecánica de los demás hasta el final.

También uno se pregunta si todo eso se pudo evitar, si llegar a ese extremo se pudo prever. Porque si bien, luego del primer incidente, se tomaron medidas, la escuela tomó un papel de autoprotección y de simple seguimiento de pasos de manual al actuar. Una suspensión, un análisis y reintegración; sin embargo, Charles da a entender que esos procesos velaban la reputación de la institución, mas no existía un sincero interés en él y si a eso le agregas la muestra de humillación previa al ataque que probablemente era pan de cada día, aparte de la relación nada sana con sus padres que desistían de interesarse en lo que le sucedía. Dejaba abierta la posibilidad de que todo era cuestión de tiempo para que la bomba estallara, que la indiferencia constante acompañada de un chico con problemas mentales estaba pidiendo a gritos un desastre.

Por último, volviendo a Ted, me queda la curiosidad de saber si lo narrado por Charles, especialmente lo sucedido tras bajar las cortinas, sucedió tal y como dijo, si los demás hicieron alguna otra cosa, si el colapso de Ted se debió a su propia mente agotada junto con la humillación o si su mente explotó por cierto suceso desconocido. Me pregunto si las manos de tinta eran un recuerdo literal o una metáfora formada por Charles para explicar aquello que se niega a recordar.


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