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21 de septiembre de 2016

El Diario de Ana Frank: La realidad que a veces olvidamos


El Diario de Ana Frank
por Ana Frank.

Es parte de la cultura general saber quién es Ana Frank y saber de la existencia de su diario, historia aparte es leerlo. Yo he llevado muchos años conociendo de este libro, pero hasta hace unos meses -por medio de un vistazo rápido a una edición ilustrada para niños de este relato- lo introduje a mi lista de pendientes y apenas anteayer terminé de leerlo.

Esperaba un relato crudo, lleno de tristeza y hasta oscuro teniendo en cuenta la época en la que aconteció, mas me lleve con la sorpresa de que, valiéndome de la redundancia, era un diario lleno de vivencias rutinarias.

Empieza con Ana en Holanda contando como es su vida estudiantil, sus relaciones con sus amigos y familia como cualquier niña de 13 años, hasta que reciben una carta pidiendo que se presenten a cierto lugar, lo cuál era una mala señal y su padre adelanta su huída clandestina y posterior encierro para mantenerse a salvo. Aquí se aprecia por primera vez la entereza de Ana, que lejos de ponerse en un plan obstaculizador, engreído o temeroso, acepta ello conociendo el peligro que les aguarda.

A partir de ahí el diario se llena de las vivencias y limitaciones que tenía ella, su familia, los Van Dan (la otra familia que estaban en su misma situación) y Dussel. Como es natural, se presentan roces en la convivencia, Ana se siente juzgada ya no solo por su madre, sino también por los demas que viven con ella en ese escondite denominado "la casa de atrás". Lo destacable es que en su narración no sientes odio, resentimiento o amargura ante la razón del porqué de su situación. Sus momentos de tristeza más que orientados al miedo de morir o ser descubierta, se dirigen a la falta de comprensión de los otros hacia ella. Y conforme van avanzando las páginas, el romance parecía haber entrado en ella hasta que más adelante reconoce que no era amor, sino cariño que tomó un camino acelerado.

Las personas que vivían en esa casa, según la perspectiva dada, podrían denominarse como humanos, es decir que poseían sus defectos y virtudes, pero nada los inclinaba lo suficiente a un lado negativo como para ser denominadas como malas personas. También hay que destacar a quienes les brindaron ese refugio sin pedir nada a cambio, en un tiempo donde ese acto se denominaba traición.

El crecer de Ana se nota a través de las páginas de manera sutil; sin embargo, cuando ya han pasado dos años del encierro en la casa de atrás, junto con ella te percatas que comparando el inicio con el final si hubo un cambio significativo y profundo. Lo que no cambia es su negación a considerar como una madre a su progenitora, no le falta el respeto, mas la relación que tiene con ella es distante ya que no siente esa calidez esperada proveniente de su progenitora.

Salvo unos intentos de asalto en la empresa donde estaban ocultos, no hay ningún hecho trascendental después; no obstante, recordar que están siendo perseguidos y podrían morir, te hace sentir cierta admiración por su entereza, aun cuando esta flaquea por momentos.

Yo leí este libro sabiendo el destino de Ana y que su padre es el único sobreviviente, aún así llegar a la última página del diario donde su dueña hace una reflexión sobre la existencia de dos personas dentro de ella que buscan estar en armonía y en un punto donde podrías decir que conoces a cada uno de los habitantes de esa casa como si hubieras estado ahí, me llenó de impotencia llegar al epílogo.

Solo tres días después de su escrito la policía intervino el lugar, los habían delatado. Yo sospecho que fueron los vecinos o uno de los guardias o trabajadores que intentaron entrar en vano al lugar. Se los llevaron a los ocho y arrestaron a dos de sus salvadores. Lo siguiente es la descripción de como terminaron cada uno, separados, con distintos finales trágicos que parecen sacados de una ficción exageradamente catastrófica cuando en sí son sucesos reales. Aparte del Sr. Frank, solo los salvadores vivieron.

Se me hizo un nudo en la garganta con las páginas finales, con carmomerme la cabeza imaginando los pensamientos de Ana en sus últimos meses, en la reacción de su padre al leer el diario de una hija que tal vez creyó conocer, dándose cuenta de que estaba equivocado.

Es cierto que antes entendía que fue el holocausto, que muchas personas inocentes murieron de manera atroz por un objetivo absurdo que genera indignación. Entonces ¿cuál es la diferencia? Debe ser que aun cuando podía imaginarme como les cambió y se les destruyó la vida a esas millones de personas, quedaba en eso, en mi imaginación de lo que habrá sido; en cambio, con los Frank, Van Dan y Dussel no es una suposición, fui testigo omnisciente de como cambiaron sus vidas, como sobrevivían y hablaban del final de la guerra, aun cuando ellos admitían no estar seguros de si llegarían a ese momento.

Es aún peor saber que si se mantenían un año más resguardados o unos meses más con vida en los campos de concentración, podrían haber vuelto a gozar de la libertad que les fue privada gracias a los mismos humanos. Por eso no entiendo como este libro no es una lectura obligatoria, pueden que en los colegios cuenten como era la segunda guerra mundial, pero que mejor que una de las víctimas para hacerte ver de primera mano esa realidad que muchos tienden a olvidar.

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