Tengo diversas facetas, mucho que pensar y varios temas de que hablar.

29 de septiembre de 2016

¿Igualdad o lucha de poder?

1:31 p.m. Posted by BlueSoul No comments

En estos últimos años el hablar del feminismo se ha vuelto un tema común, puede que no se note, pero eso de por sí es un avance en gran escala. El feminismo es la corriente que busca que la mujer esté en las mismas condiciones favorables que el hombre, dicha búsqueda no se efectuaría si las diferencias no fueran notables en ciertos aspectos.

Hasta ahí todo bien, es una causa lógica a apoyar; sin embargo, con el tiempo este concepto se ha desvirtuado y malinterpretado por los oyentes debido a los mismos locutores. Si se busca ganar una igualdad, debe ser a través de mejoras de condiciones para las mujeres, sin necesidad de ridiculizar y disminuir al hombre.

No se puede pedir que dejen de ver a una mujer como el sexo débil, cuando ella misma suele hacer lo mismo con el hombre algunas veces. No puedes pedir igualdad solo en aspectos que nos benefician. Un clásico ejemplo: una pareja discutiendo, ella empieza con la agresión física y verbal de grueso calibre, si él reacciona es un desalmado y violento que merece ser denunciado, si no reacciona y quisiera hacer una denuncia por maltrato se le ríen en la cara y lo ignoran por haberse dejado pegar por una mujer -lo que se traduciría en: "¿como te dejas pegar por alguien débil?"-. De esos casos en los medios de comunicación he visto varios. La mujer anuncia haber sufrido maltrato, hasta la ministra de la mujer sale en su defensa; un hombre anuncia un maltrato de parte de su pareja, es olvidado.

Es decir, si vas diciendo que como mujer eres más capaz, estás cayendo en el mismo juego del machismo versión femenina -hembrismo-, haces lo mismo por lo que tú te quejabas. Tampoco puedes ostentar de tu fortaleza basándote en tu género y después pedir que te den asiento solo por ser mujer y esperar que el hombre sea quién te pague siempre la cena. 

Por todas esa causas es que el feminismo se ha confundido con una forma de minimización masculina que busca el empoderamiento femenino. Frases como "a una mujer no se le toca ni con el pétalo de una rosa" deben ser cambiadas por "a nadie se le toca", así de simple. Las consideraciones no deben ser según el género, sino según el hecho de que todos somos personas. Es cierto que tenemos diferencias anatómicas, que hay cosas que una puede hacer y el hombre no, por lo tanto hay molestias y penurias que el hombre no entiende, mas eso no quiere decir que sean incapaces.

Hay hombres que dejan mucho que desear; no obstante, también hay mujeres así. Capaces e incapaces hay en ambos lados, la aptitud y entereza no distingue género, nadie es superior -por ende nadie debe ser inferior- y es bajo esa premisa que el feminismo real busca la igualdad. 

Creer a mi manera

1:01 p.m. Posted by BlueSoul No comments

Siempre he considerado que hay dos temas que siempre traen consigo el inicio de discusiones, reproches y juicios que nunca terminan en conciliación: la política y la religión. Ya que aparentemente en ambos temas o eres blanco o negro, para la mayoría resulta imposible y hasta ofensivo e incoherente ser gris. Por eso mismo, en lo personal prefiero rehuir de esos temas y no comentarlos salvo que mi interlocutor comparta mi postura o al menos sepa que no la va a juzgar como si él fuera el dueño de la verdad absoluta.

Y como este medio me permite soltar lo que pienso sin tener como devolución una postura de ataques del otro lado, me tomaré la libertad de explayarme en mis creencias religiosas.

Si bien es cierto que me bautizaron en la iglesia católica y que a voluntad y por iniciativa realicé mi primera comunión, me considero dentro de la gran etiqueta de "católico no practicante" ya que mi contacto con la iglesia no pasa de esas dos situaciones y de una u otra ceremonia familiar. Admito que mi participación en esas actividades está movida más por la costumbre que por la fe, es por eso que hasta la fecha no he realizado mi confirmación debido a que esta implica confirmar tu fe en Dios y en la iglesia, esta última afirmación es la que me retiene.

Y a partir de ahí es donde inicia el desconcierto del resto ¿si no crees en la iglesia porque sigues ligada a ella y a la religión que profesa? Fácil, no creo en la iglesia que tenemos hoy en día, eso no incluye que apoye la idea de la iglesia brindada en las escrituras, siendo más específica a partir de la aparición activa de Jesús. El motivo es que considero contradictorio que un sacerdote me hable de vivir con sencillez, humildad, mientras estamos dentro de una iglesia que ostenta belleza por donde la mires -obviamente las iglesias austeras no entran aquí- y que el vaticano presenta lujos en vez de mostrar una imagen que va acorde a lo que profesa. 

Tampoco entiendo la necesidad de ir a ella a confesar mis pecados si Dios está en todas partes, quién mejor que él para saber si uno en realidad está arrepentido sin necesidad de un intermediario que probablemente haya pecado también. Eso incluye los santos, no comparto la práctica de adorarlos, aunque digan que en realidad se adora a Dios a través de ellos porque si mal no recuerdo cuando Israel tras su liberación construyó un becerro con el mismo fin, no acabó de buen modo. Para mí los santos son personas a tomar como ejemplo, a admirarlos, pero no adorarlos, rezarles y demás.

Y aún así, aun cuando más devoto seas, lo que al final cuenta son tus acciones. De nada sirve rezar, si a la primera oportunidad vuelves a errar sin corregirlo y a juzgar cuando otros se equivoquen de la misma forma. Porque el pedir que nadie peque se me hace difícil, está en nuestra naturaleza imperfecta el equivocarnos, pero considero que la gravedad del error y la intensidad del arrepentimiento más el cuidado de no volver a caer en ello es lo que cuenta, porque no es lo mismo decir que se te olvidó traer tu cuaderno con la tarea a maltratar reiteradas veces a alguien.

En pocas palabras, la religión y la fe no siempre van de la mano. Uno puede tener fe y mostrar una manera distinta de ver lo espiritual, sin necesidad de ser un devoto religioso, uno puede tener una etiqueta de bautizo de determinada religión, pero también poseer la libertad de vivir esa experiencia a su manera. Al final, lo que en realidad importa son lo que tus actos dicen por ti y que estos no hieran a nadie de una manera real.


22 de septiembre de 2016

Train to Busan: Un apocalipsis más humano

5:42 p.m. Posted by BlueSoul No comments

Train to Busan
por Yeon Sang Ho.


Las películas de zombies no son lo mío, son muy pocas las que he visto por acompañar a alguien más y aunque esas cuantas no me hicieron sentir que perdía mi tiempo, no me dejaron una impresión duradera tampoco. Por otra parte, disfruto de ciertas las novelas coreanas, pero el cine de ese país no causó mi curiosidad hasta esta película.

Las razones por las que me animé a verla fueron tres: conozco y disfruto de la actuación del protagonista, no es un melodrama y ha tenido muy buenas críticas que incluso han abierto la posibilidad de colocarla en las carteleras del mundo. Y tras verla quedé satisfecha de mi decisión.

No incluiría esta película al género de terror, pero si al de un suspenso bien logrado. Y la usual masacre visible en una oleada zombie está bien dosificada, impacta, mas no se excede. Cabe resaltar que estos zombies no son los clásicos a los que nos tienen acostumbrados, son más similares a los de la película Guerra Mundial Z en agilidad y resistencia, aparte de mostrar una ceguera ante la oscuridad.

La base de la historia es muy simple: un padre divorciado aborda un tren KTX junto con su hija para llevarla donde su ex esposa. Antes de que ese tren parta de la estación, y sin que los trabajadores lo noten, sube una chica que tiene lastimada una pierna y un vagabundo que se esconde en un baño. El tren parte, la chica se convierte en zombie por medio de esa herida y el país entra en caos por esa epidemia, ordenando a dicho transporte que no pare en las siguientes estaciones, sin saber que el desastre se expandiría ahí también.

Dicho resumen podría haberse convertido en una película más del género, pero dado a la forma de desarrollo y a como cada personaje sale a escena mostrándose imperfectos, se logra cierta diferencia. Además hay aspectos que valen la pena nombrar.

El primero que llamó mi atención es que en las historias de este tipo suele haber el malo y el bueno. Aquí, si bien es cierto que podría identificar a un personaje como malo durante toda la película y a otro como bueno en constancia -que no es el protagonista-, salvo los dos casos mencionados, me atrevo a decir que hay un gran área gris basada en las diversas reacciones dadas durante el acto de supervivencia. Es decir, incluso cuando ciertas personas se comportaron egoístas, entendía su posición.

El segundo aspecto es el giro de los acontecimientos. Uno espera que ciertas cosas pasen, que los personajes destacados siempre salgan airosos con mínimos sacrificios y en esta ocasión aprendí que hay excepciones, que si en el mundo real pasan cosas malas a la gente buena, en la ficción también puede darse.

El tercero es la sensación de injusticia que me vino por escenas, cuando confiaba en que nada más pasaría, el tiempo te contradice y te das cuenta que ciertos sucesos pudieron haberse evitado con facilidad, que cada toma de decisión da una cadena de consecuencias. Y el cuarto es la contradicción ante la muerte de uno de los personajes que a pesar de haber ayudado en gran medida a quiénes estaban ahí -tras ciertos tropiezos- resulta infectado ¿cuál es la contradicción? En que él de manera indirecta y sin saberlo fue quién originó esa destrucción... se redimió desconociendo de ello; sin embargo, pago por ese gran error.

En conclusión, te mantiene pegada de tu asiento, esperando por lo siguiente que pasará y haciéndote reflexionar que ante la supervivencia, la gente puede reaccionar de dos maneras: te proteges a ti o proteges a los que puedas.

Mención aparte es que esta película presenta una precuela animada llamada Seoul Station que narra los sucesos relacionados a los zombies antes de que el tren salga con destino a Busan y que en definitiva la veré tarde o temprano.

21 de septiembre de 2016

El Diario de Ana Frank: La realidad que a veces olvidamos


El Diario de Ana Frank
por Ana Frank.

Es parte de la cultura general saber quién es Ana Frank y saber de la existencia de su diario, historia aparte es leerlo. Yo he llevado muchos años conociendo de este libro, pero hasta hace unos meses -por medio de un vistazo rápido a una edición ilustrada para niños de este relato- lo introduje a mi lista de pendientes y apenas anteayer terminé de leerlo.

Esperaba un relato crudo, lleno de tristeza y hasta oscuro teniendo en cuenta la época en la que aconteció, mas me lleve con la sorpresa de que, valiéndome de la redundancia, era un diario lleno de vivencias rutinarias.

Empieza con Ana en Holanda contando como es su vida estudiantil, sus relaciones con sus amigos y familia como cualquier niña de 13 años, hasta que reciben una carta pidiendo que se presenten a cierto lugar, lo cuál era una mala señal y su padre adelanta su huída clandestina y posterior encierro para mantenerse a salvo. Aquí se aprecia por primera vez la entereza de Ana, que lejos de ponerse en un plan obstaculizador, engreído o temeroso, acepta ello conociendo el peligro que les aguarda.

A partir de ahí el diario se llena de las vivencias y limitaciones que tenía ella, su familia, los Van Dan (la otra familia que estaban en su misma situación) y Dussel. Como es natural, se presentan roces en la convivencia, Ana se siente juzgada ya no solo por su madre, sino también por los demas que viven con ella en ese escondite denominado "la casa de atrás". Lo destacable es que en su narración no sientes odio, resentimiento o amargura ante la razón del porqué de su situación. Sus momentos de tristeza más que orientados al miedo de morir o ser descubierta, se dirigen a la falta de comprensión de los otros hacia ella. Y conforme van avanzando las páginas, el romance parecía haber entrado en ella hasta que más adelante reconoce que no era amor, sino cariño que tomó un camino acelerado.

Las personas que vivían en esa casa, según la perspectiva dada, podrían denominarse como humanos, es decir que poseían sus defectos y virtudes, pero nada los inclinaba lo suficiente a un lado negativo como para ser denominadas como malas personas. También hay que destacar a quienes les brindaron ese refugio sin pedir nada a cambio, en un tiempo donde ese acto se denominaba traición.

El crecer de Ana se nota a través de las páginas de manera sutil; sin embargo, cuando ya han pasado dos años del encierro en la casa de atrás, junto con ella te percatas que comparando el inicio con el final si hubo un cambio significativo y profundo. Lo que no cambia es su negación a considerar como una madre a su progenitora, no le falta el respeto, mas la relación que tiene con ella es distante ya que no siente esa calidez esperada proveniente de su progenitora.

Salvo unos intentos de asalto en la empresa donde estaban ocultos, no hay ningún hecho trascendental después; no obstante, recordar que están siendo perseguidos y podrían morir, te hace sentir cierta admiración por su entereza, aun cuando esta flaquea por momentos.

Yo leí este libro sabiendo el destino de Ana y que su padre es el único sobreviviente, aún así llegar a la última página del diario donde su dueña hace una reflexión sobre la existencia de dos personas dentro de ella que buscan estar en armonía y en un punto donde podrías decir que conoces a cada uno de los habitantes de esa casa como si hubieras estado ahí, me llenó de impotencia llegar al epílogo.

Solo tres días después de su escrito la policía intervino el lugar, los habían delatado. Yo sospecho que fueron los vecinos o uno de los guardias o trabajadores que intentaron entrar en vano al lugar. Se los llevaron a los ocho y arrestaron a dos de sus salvadores. Lo siguiente es la descripción de como terminaron cada uno, separados, con distintos finales trágicos que parecen sacados de una ficción exageradamente catastrófica cuando en sí son sucesos reales. Aparte del Sr. Frank, solo los salvadores vivieron.

Se me hizo un nudo en la garganta con las páginas finales, con carmomerme la cabeza imaginando los pensamientos de Ana en sus últimos meses, en la reacción de su padre al leer el diario de una hija que tal vez creyó conocer, dándose cuenta de que estaba equivocado.

Es cierto que antes entendía que fue el holocausto, que muchas personas inocentes murieron de manera atroz por un objetivo absurdo que genera indignación. Entonces ¿cuál es la diferencia? Debe ser que aun cuando podía imaginarme como les cambió y se les destruyó la vida a esas millones de personas, quedaba en eso, en mi imaginación de lo que habrá sido; en cambio, con los Frank, Van Dan y Dussel no es una suposición, fui testigo omnisciente de como cambiaron sus vidas, como sobrevivían y hablaban del final de la guerra, aun cuando ellos admitían no estar seguros de si llegarían a ese momento.

Es aún peor saber que si se mantenían un año más resguardados o unos meses más con vida en los campos de concentración, podrían haber vuelto a gozar de la libertad que les fue privada gracias a los mismos humanos. Por eso no entiendo como este libro no es una lectura obligatoria, pueden que en los colegios cuenten como era la segunda guerra mundial, pero que mejor que una de las víctimas para hacerte ver de primera mano esa realidad que muchos tienden a olvidar.