En mi nueva
búsqueda de alguna historia con breves capítulos de corta duración, meses atrás
me topé con este título y lo agregué a mi lista de pendientes en donde se
mantuvo buen tiempo hasta que me animé a verla. Para mi mala suerte solo llegué
al segundo capítulo antes de que netflix la sacara de su repertorio, perdiendo
mi comodidad de visualizarla fuera de mi computadora y teniendo que limitarme a
ver cada episodio en ella.
Y es así como me
encaminé en este thriller policial que se da en la ciudad de Tokio donde surge
el robo de una bomba en manos de un grupo que con el avanzar de los días se
presenta como Sphinx, quiénes realizan ataques terroristas, no sin antes
ofrecerles a la policía el evitarlos por medio de acertijos.
A simple vista
parece una historia usual de persecución en donde se te permite observar desde
ambas perspectivas, mas con la forma en que Twelve y Nine —los únicos
integrantes de Sphinx y adolescentes superdotados— ejecutan sus ataques, puedes
notar que aquello es solo la superficie de lo que está realmente en juego,
siendo dichos sucesos una llamada de atención para vengarse de quiénes les
arruinaron la vida, evitando tener víctimas inocentes en el camino y queriendo
sacar a la luz que tan lejos son capaces de llegar los altos mandos con tal de
tener mayor control y poder.
Cabe destacar que
dichos intentos no hubieran rendido sus frutos de no ser por la intervención de
Shibazaki, un investigador de la policía que fue capaz de ver más allá de
Sphinx y no encasillarlos como victimarios, logrando también descifrar los
acertijos y encontrar la verdad por su cuenta.
Ningún personaje
que interviene activamente se puede considerar perdido, incluso la
incorporación de la melancólica Lisa, tras verse envuelta en uno de esos
ataques, juega un papel importante. No tanto por la parte de las estrategias o
ejecuciones, sino por la parte sentimental, ayudando al espectador a observar
el lado blando de Twelve y especialmente Nine, quién parecía el más renuente a
mostrarnos esa faceta humana suya. Esto sin llegar a la exageración o a forzar
la naturaleza de los protagonistas.
Lo que me mantuvo
presionando el botón “siguiente” para continuar los capítulos es el ritmo en
que se dan las diversas situaciones. Si bien los primeros dos capítulos podrían
considerarse lentos, a partir de ahí se vuelve una constante sucesión de
momentos en donde de manera gradual te ponen las cartas sobre la mesa, haciendo
que simpatices con Sphinx tanto como con Shibazaki. Cada acto tiene su razón,
incluso los momentos impulsivos, manteniéndote en la expectativa de saber si
Sphinx logrará su verdadero objetivo o serán atrapados antes de ello.
Si hay algo que no
disfruté mucho fue la incorporación de Five, no por el hecho de que es un nuevo
personaje que se añade a la dinámica, sino por lo irracional de su actuar en
comparación a los demás, lo cual descoloca si uno recuerda que la primera
impresión que dio fue de alguien inalterable. Tampoco entiendo su obsesión con
Nine, estoy indecisa entre si no supieron explayarse mejor sobre ello o que en
realidad su fijación no tenía pies ni cabeza y por eso resulta incomprensible.
Ciertas personas
comparaban el duelo de mentes entre Nine y Five con los enfrentamientos entre
Light y L de Death Note, o mejor dicho la manera de pensar de L y Five y estoy
en desacuerdo con ello. L es un personaje que tenía todo planeado, yendo un
paso por delante y buscando ejercer el menor daño posible entre quiénes se
encontraban de por medio; Five, por otra parte, imponía su voluntad guiada por
sus impulsos sin importarle el daño que pudiera ejercer a otros.
Quitando ese
impase, considero que este anime es una agradable sorpresa. Si bien es cierto
que con el avanzar de las horas sabes que la existencia de un final feliz
resulta improbable, continúas viéndolo porque los personajes tienen mucho que
dar y mostrar. Y sobre el final… creo que encierra bien lo que trataba de
contar esta historia, aunque me hubiera gustado unos minutos más para conocer
el sentir de los demás.
Y es así que Zankyō
no Terror o Terror in Resonance no cae en el error de alargarse de manera
innecesaria, brindándonos en sus cortos 11 capítulos lo suficiente para
dejarnos en claro el mensaje de que no todo es lo que parece y que el verdadero
enemigo puede seguir pasando desapercibido.
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