Ya pasé a la lista
de las mujeres de 25 años, acercándome a la lista de mujeres que ya pueden ser
madres o "deberían" serlo. Y si bien por mi condición de salud, el salir
embarazada es un NO rotundo, aparte de que es un riesgo tener un hijo de mis genes (por la posibilidad de que el niño salga con las mismas condiciones). Quedándome con la adopción que en su mayoría la gente prefiere evitar.
Punto aparte esta que para mí el deseo de
ser madre y el deseo de estar embarazada no significan lo mismo, pero las
personas lo colocan al mismo nivel, incluso cuando se sabe que el dar a luz no
te hace madre, sino el tomar ese rol y criar a un niño. Así que cuando escucho
a alguien decir que está intentando por todos los medios y varios años el
convertirse en mamá, yo capto que más que luchar por convertirse en madre,
lucha por tener una descendencia propia.
Volviendo al tema,
desde temprana edad supe que el tener un hijo propio no era una posibilidad
para mí y de tener las posibilidades solo es válida la idea de adoptar; sin
embargo, y en contra de lo estipulado por la sociedad, no poseo ese anhelo. No lo tengo como una meta para sentirme realizada —ni tampoco objeto
por la idea de que otras mujeres si lo consideren así—, ni forma parte de lo que realmente quiero hacer con
mi vida.
Ser madre no es
para todas, el poseer útero y desear hijos son términos que carecen de una
obligatoria relación. El ser madre significa tener y estar dispuesta a
sacrificarte en todos sentido por tus hijos, llevadas por el amor. Y yo dudo
poseer semejante capacidad de entrega, quiero seguir creciendo y velar por mí,
por mi madre, no por alguien más. Así que consideraría injusta el pasar por esa
experiencia cuando hay otras mujeres que sí lo desean.
Cuando eres madre,
cabe la posibilidad de que tengas que adaptar o cambiar tus metas personales
ante el nuevo panorama, hasta tal vez olvidarlas y sé que después hay una
recompensa, que esa experiencia es irremplazable y demás, pero mi corazón no se
derrite ante esa idea y siento que puedo vivir sin conocer aquello.
También está hecho de
que los niños no me gustan, los que he visto y he tenido cercanos anulan
cualquier crecimiento de anhelo posible. Mi trato hacia ellos siempre fueron faltos de aquello que llaman el innato instinto maternal. Así que con la llegada de mi sobrino, me cayó por sorpresa que sintiera tanto amor salir de mí
dirigido a una persona con tan escaso tiempo de llegada, mas me reafirmó mi perspectiva
y me hizo darme cuenta que prefiero mi rol de tía, sin preocupaciones excesivas
de por medio.
0 comentarios:
Publicar un comentario